Cuando pensamos en instalaciones fotovoltaicas, la primera imagen que nos viene a la mente es la de los paneles solares. La batería solar, aunque no tenga un papel tan protagonista, desempeña también una función fundamental dentro de las instalaciones.
La batería solar es el componente encargado de almacenar la energía eléctrica que, posteriormente, es suministrada en los momentos en los que la producción de energía es insuficiente.
Con frecuencia, se dan días soleados y con condiciones climatológicas favorables en los que la cantidad de energía que produce la instalación es superior a la cantidad que se demanda. Ese excedente o sobrante de energía se utiliza para cargar las baterías.
Hay otros momentos, en los que la demanda de energía es superior a la que la instalación puede generar. Esta situación puede tener lugar en días nublados en los que se reduce la radiación solar que llega a los paneles fotovoltaicos.
Cuando esto se produce, la batería solar puede suplir esta falta de producción suministrando la energía excedente que ha almacenado previamente y, de esta forma, evitar cortes en el suministro.
Características a tener en cuenta
Eficiencia de carga. Se trata de la relación que existe entre la cantidad de energía que se emplea para rellenar el acumulador de la batería y la cantidad que finalmente se almacena. Cuanto más se acerque al 100%, más eficiente será.
Capacidad. Es cantidad de energía que es capaz de entregar una vez que está al cargada al 100%. Se mide en Ah (Amperios/hora).
Profundidad de descarga. Es el % de energía que es capaz de entregar una batería durante un ciclo de descarga sin perjudicar la vida útil de la misma.
Autodescarga. Este término se refiere a la tendencia a descargarse de un acumulador eléctrico que no se encuentra en uso.
Tipos de batería solar
La primera clasificación de las baterías solares se hace en función de su ciclo:
Baterías de ciclo bajo. Están diseñadas para rendir en momentos concretos en los que la demanda es muy elevada y se utiliza la energía almacenada para evitar interrupciones en el suministro. Tienen como inconveniente que no soportan muchas descargas por debajo del 20% de su capacidad sin que su vida útil se vea acortada, por lo que no suelen ser usadas en instalaciones solares fotovoltaicas.
Baterías de ciclo profundo. A diferencia de las anteriores, estas baterías pueden descargarse más del 80% más veces sin deteriorarse, lo que las hace la opción más indicada para las instalaciones solares.
También existe una segunda clasificación de las baterías solares que atiende a la tecnología de fabricación y a los electrolitos utilizados:
Baterías de ácido-plomo. Son las más frecuentes en instalaciones fotovoltaicas. Cuentan con una alta eficiencia y una buena relación calidad-precio. Sin embargo, tienen como inconveniente que pueden deteriorarse si permanecen descargadas varios días.
Baterías líquidas. Pueden estar abiertas, con tapas, o selladas, con válvulas que permiten el intercambio de líquidos. Su coste es reducido en comparación con otros tipos de batería, aunque su vida útil no es tan larga.
Baterías de litio. Son las más usadas en las instalaciones de autoconsumo conectadas a red. Se caracterizan por ser ligeras y ocupar poco espacio, por lo que pueden ser fácilmente ubicadas en cualquier lugar. Cuentan con tiempos de carga rápidos y las descargas totales no afectan en gran medida a su vida útil. Además, no requieren de mantenimiento.
Baterías Absortion Glass Mat (AGM). Tienen el ácido fijado en fibras de vidrio entre las placas. Son baterías de ciclo profundo que gozan de una larga y duradera vida útil, apenas sufren autodescarga y tampoco requieren de mantenimiento.